Con la ayuda de políticos y otros funcionarios gubernamentales,
los ecologistas tienen una agenda que ha costado miles de vidas americanas.
Como consecuencia del Huracán Betsy, que golpeó Nueva Orleáns en
1965, el cuerpo de ingenieros del ejército de los Estados Unidos propuso la
construcción de polders en el lago Pontchartrain, como aquellos en Holanda que
protegen las ciudades de las tormentas del Mar del Norte. En 1977, las
compuertas estaban a punto de construirse, pero el Fondo de Defensa
Medioambiental y Salvemos Nuestros Humedales solicitaron una orden
judicial para bloquear el proyecto.
Según el reciente libro de John Berlau, “Eco-Frikis: el
medioambientalismo es peligroso para su salud", el fiscal
norteamericano Gerald Gallinghouse dijo al tribunal que no construir las
compuertas podría matar a miles de habitantes de Nueva Orleáns. El juez Charles
Schwartz extendió la prohibición a pesar de las pruebas que refutan las
reclamaciones de daño medioambiental.
Nos dicen que el DDT es dañino para animales y seres humanos.
Berlau, profesor investigador del Competitive Enterprise Institute,
radicado en Washington D.C., afirma "Ni un solo estudio que vincule la
exposición al DDT con la intoxicación humana ha sido replicado nunca".
En un estudio a largo plazo, voluntarios ingirieron 32 onzas de DDT durante un
año y medio, y 16 años más tarde no sufrían ningún riesgo incrementado de efectos
adversos para la salud.
A pesar de las pruebas de que, utilizado apropiadamente, el DDT
no es peligroso ni para humanos ni para animales, los radicales del medio
ambiente luchan por una prohibición prolongada. Esto ha conducido a millones de
casos de enfermedades y muertos de malaria, especialmente en África. Tras la
Segunda Guerra Mundial, el DDT salvaba millones y millones de vidas en la
India, el sureste de Asia y Sudamérica. En algunos casos, las muertes por
malaria cayeron hasta casi desaparecer. Con la prohibición del DDT, las muertes
por malaria y enfermedades se han disparado.
Los extremistas medioambientales ven el DDT de un modo distinto.
Alexander King, cofundador del Club de Roma, decía, "En la Guayana, en
cuestión de casi dos años, había erradicado casi por completo la malaria, pero
al mismo tiempo, la tasa de natalidad se había duplicado. Así que mi principal
combate con el DDT en perspectiva es que añade bastante al problema de
población". Jeff Hoffman, letrado ambiental, escribía en grist.org, “La
malaria era en realidad un control natural de la población, y el DDT ha
provocado una explosión poblacional masiva en algunos lugares en los que ha
erradicado la malaria. Más fundamentalmente, ¿por qué deben tener prioridad los
seres humanos sobre otras formas de vida?… No veo ningún respeto a los
mosquitos en estos comentarios". El libro de Berlau cita muchos otros
ejemplos de desprecio a la vida humana por parte de los ecologistas y cómo han
convertido a los políticos en sus idiotas útiles.
En el 2001, perecieron miles de americanos en el ataque
terrorista contra el World Trade Center. En los primeros años 70, cuando se
construyó el complejo del World Trade Center, la histeria del amianto acababa
de empezar. Los constructores planeaban utilizar AsbestoSpray, un
ignífugo que se adhería al acero. La autoridad portuaria de Nueva York cedió a
la histeria del amianto de los ecologistas y negó su uso. Se utilizó un
sustituto inferior como ignífugo.
Tras el ataque, el Instituto Nacional de Estándares y
Tecnología (NIST) confirmó la preocupación de otros expertos acerca de los
sustitutos del amianto, concluyendo "Hasta con el impacto del avión y
los incendios en varios pisos alimentados por el combustible, que no eran
incendios urbanos usuales, probablemente el edificio no habría colapsado si no
hubiera sido por la ignifugación”.
A través de las restricciones al uso del amianto, nuestros
buques navales son más vulnerables a nuestros enemigos, un desastre a la
espera. El desastre de la nave espacial Columbia fue resultado de la exigencia
de la EPA de que la NASA no utilizase freón en su espuma termal aislante.
El Congreso legisla por ley estándares de combustible por
kilometraje -- estándares CAFE, o Economía de Combustible Medio Corporativo --
que redunda en coches más ligeros y menos a prueba de accidentes. En el 2002,
la Academia Nacional de Ciencias calculaba que los estándares CAFE causaron
2000 muertes adicionales de tráfico cada año. En 1999, un análisis del USA
Today del gobierno y de los datos del Insurance Institute concluía que
desde que los estándares CAFE entrasen en vigor en los años 70, 46.000 personas
murieron en accidentes a los que probablemente habrían sobrevivido si hubieran
estado conduciendo vehículos más pesados.
Nada de esto es noticia para los políticos. Es solamente que los
extremistas medioambientales tienen la atención de los políticos, y las
víctimas potenciales no.
Ó 2007, Creators Syndicate Inc.
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