ESCLAVOS .-
L.Soriano
Pues si de verdad creían que la esclavitud se había acabado, ya ven que no. Ha cambiado de estética y de
ciertas prácticas imposibles en esta Era,
pero la esclavitud existe más fuerte que
nunca. Ah! Y no solo amparada en
fabulaciones o interpretaciones marxistas ni en teócratas guiados por teólogos
de cerebros estropeados aunque sesgados y previsibles. No. En estos momentos
los que están fomentando la esclavitud de cientos de millones de seres humanos,
enarbolan las banderas de la Ley, de la Democracia y del Garantismo.
Cierto que comparados con otras partes del mundo, continuamos siendo
unos absolutos privilegiados y me avergüenzo cuando observo esos grupos
amparados y asociados al poder, que quieren sostener privilegios imposibles,
disfrazados de conquistas sociales y de derechos indiscutibles y adquiridos. Y
son privilegios, ya que no son extensibles a todos los ciudadanos por igual,
por lo que argumentativamente es inapelable el término, y perceptivamente
también, de origen. Somos esclavos de una casta superior, a la que colocamos
nosotros porque nos han cerrado las puertas de los chiqueros y solo podemos
entrar a rebuscar entre las migajas de sus banquetes por un pasillo estrecho y bajo al que ellos, desde su
posición elevada nos maltratan a placer como en los circos romanos. Nos
explotan y nos mantienen en la miseria, nos embargan, nos ejecutan propiedades
y ahorros, con sus leyes en la mano y amparados por Funcionarios y jueces sin
entrañas que no se plantan ante la injusticia. La policía tampoco nos ayuda, ya que
todavía no ha superado su misión represora de 80 años, y sigue sin ser la
protectora del ciudadano, salvo excepciones personales honrosas pero de poco
recorrido, porque incitan a la comparación. Y sería terrible que se empezara a
pensar que solo el ejército sería capaz de resolver, sería una tragedia, sería
el desastre. No podemos ganar dinero, no
podemos ni vender nuestro trabajo ni posesión que tuviésemos, no podemos
heredar de nuestros padres, no podemos pagar los costes de vivir dignamente,
con techo y alimento, luz y calor. Y no podemos vivir sin el acoso de las
administraciones confiscadoras que como los Recaudadores romanos, desde sus
lujosas literas cargadas de exquisitos
manjares, arrojan a los esbirros a despojar a las familias de lo que les es
imprescindible para intentar sobrevivir a este largo y crudo invierno de la
crisis. Crisis que por otra parte han provocado ellos, todos sin excepción
alguna. Por acción u omisión toda la clase política es culpable y merecen el
repudio mas enérgico de la sociedad entera. Merecen ser desalojados y ser
enfrentados a sus responsabilidades, aboliendo las leyes creadas para su protección
y recaudación y aplicándoles el rigor de la justicia que no es La Ley
precisamente. Somos sus esclavos, trabajamos para ellos, pasamos hambre y
creemos que vivimos en democracia y en libertad. Al menos en las dictaduras sabíamos contra
quien luchábamos para poder derribarlos
y vencerlos. La perversidad de lo que ocurre es fruto de mentes retorcidas, despóticas
e inhumanas, que convierten la elefantiásica
deuda que ellos contraen con sus megalomanías, corrupciones y
despilfarros en deuda pública que
tenemos que atender con la confiscación de nuestras vidas, a veces para
siempre. Nos mantienen desunidos y entre tanto se van colocando en los puestos
clave del poder y de la administración. Parientes, amigos, afines y allegados.
Ya se ve venir la pernada, la horca y el cuchillo, en sus versiones modernas,
“democráticas”, “legales”. Nos están
llevando al precipicio pensando que “aguantaremos”, que seremos sus esclavos y
que les seguiremos votando; como decía ese malvado alcalde “¿Y si no hay
políticos….. que va a haber? Hoy no le
veo salida, lo siento, y las que veo me
horrorizan.
A reflexionar
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