REVOLUCION SOCIAL.- L Soriano
Hacer la revolución social en pleno siglo XXI, con gran
parte del mundo siendo estratosférico, y otra parte tratando de salir de la
miseria y dirigirse a el, es lo que tiene.
Lo malo de este penoso país que habitamos es que además
debemos de hacerla sin falta ni demora, pero lo curioso es que no es después de hambre y penalidades, no
después de dictaduras oprobiosas ni de guerras espantosas como todas lo son.
No. Nuestra peculiaridad es que debemos hacer una revolución social, que incluya
la comercial, la industrial, la laboral, la sanitaria, la educativa y la
judicial, quedándoseme alguna. Y encima en una “democracia”. Si, la
entrecomillo, no me gusta esta democracia sin controles, y no voy a aceptar que
sea la que debemos tener sin pretender mejorarla al máximo. Y por si fuera poco
después de una época de correas de longanizas para los perros y viajes a Cancún,
con adosados inteligentes y 4x4 alemanes.
Ni sabremos renunciar a lo que tuvimos, al menos 2 generaciones, ni los
gobernantes sabrán gobernar sin subvencionar y sin corromper-se.
Cuando un pájaro se cría en cautiverio, si algún “buenista”
desnortado lo libera para sentirse a gusto y superior, comprobara enseguida que
en menos de 5 minutos es devorado por el entorno del que nunca se tuvo que
defender.
No sabemos vivir sin subvención, sin protección, sin tutela,
que pagamos muy cara, pero a la que nos hemos acostumbrado. Odiamos la libertad
porque significa competir, luchar, situarse, y prosperar sin muletas. La
mayoría de los empresarios son de cartón piedra. Viven de las ubres
gubernamentales, y de los “chollos” que consiguen con influencias, canonjías o
“estímulos a la creación”. No sabe ni sabrán nunca luchar por sus empresas en
un mercado libre y competitivo. Los asalariados, creen que sus privilegios son
derechos. Sin darse cuenta que los derechos son solo los que se pueden extender
a todos y cada uno de los ciudadanos sin excepción. El resto son privilegios
que deberán ganarse a pulso cada día para disfrutarlos. Los políticos no saben llegar al poder con la
verdad sino repartiendo de la Caja y creando clientela adicta por doquier. No
saben gobernar sin corromper, ni corromperse, la inmensa mayoría, pero
arropados por los que no los denuncian estando en el banco de al lado. Por lo
que eso de no generalizar no me sirve.
Seamos sensatos, la mitad de los empleos de este país son
falsos, innecesarios, improductivos. Hay que convertirlos en dinámicos,
rentables, productivos, innovadores, creativos, aportadores de riqueza y de
contribuciones impositivas al éxito y a la buena gestión. Y eso, no estamos
dispuestos a soportarlo. Es costosísimo, cansadísimo, pesadísimo eso de
trabajar y producir en vez de abrevar o vender nuestro voto al más mentiroso. Tendremos que
sobreponernos, salir de la molicie y……… A reflexionar.
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