PERCEPCIONES Y CULTURAS

CULTURAS y PERCEPCIONES.                                                                                         L Soriano                                                                                                                    A lo largo de mi vida he pasado por múltiples etapas. No se si la suerte o la desgracia  ha hecho que desde hace mas de 30 años y aun antes, en mis viajes a la África profunda, América y Europa, tuviera mi trabajo que hacerme mover tanto y tantas veces. Un viaje al año, es siempre magnifico. Todo parece perfecto, todo se disculpa si no lo es y nadie estropea su ilusión. Más de 5 créanme, y a veces hasta 180 saltos, hacen que el alegre viajero se convierta en Don Bronqueone, al que todo le molesta. Sin embargo, he de admitir, que en lo que a mentalidad se refiere, y repito, pasando por muchas estaciones sin apearse en ninguna completamente, la percepción de las cosas y de las costumbres cambia, y sobre todo, es más fácil entenderlas completamente y explicarse porque ocurren. Compartirlas es mucho más difícil, aunque algunas lo fuesen fácilmente. Extrapolarlas es fatal, e imponerlas una insensatez cuando no una gran agresión.
A esto voy. Los Occidentales, tenemos la manía de imponer nuestra cultura. Antes de manera más violenta y ahora a través de la moda, la música o la propaganda. Los islamistas, al igual que nosotros anteriormente pero en el siglo XXI, siguen con su trágica manía de querer imponerla a sangre y fuego. Creo que lo de las Republicas Islámicas es, por poner un ejemplo,  la “contradictio in terminis” más grande que hay en política y creo que no necesita explicación añadida.  Así ante estos ejemplos hasta los Budistas, tan sensibles ellos a la muerte de una mosca chica, pretenden en ciertas regiones como por ejemplo Birmania (Myanmar), hacer su filosofía la del Estado y convertir a la fuerza a todos los demás. El ser humano ha de conquistar su bien supremo que es  la libertad y mientras esta no llegue, deberá de seguir luchando. Sin embargo veamos ciertos matices culturales e incluso folclóricos, además de los de verdad aberrantes. A mí me parece bien todo…. hasta que se impone. Las minorías hay que protegerlas, respetarlas, pero nunca fomentarlas, es mi opinión. Que cada uno piense,  crea, viva o actúe, según lo que libremente, haya elegido y decidido.  Pero lo de libremente no puede faltar. Distintas percepciones, distintas emociones, distintas circunstancias.                                                                                                                       De todos es sabida la pasión de los británicos por los animales cuadrúpedos llamados brutos. El caballo es para el ingles parte de la familia. Pues en Francia hay a día de hoy más de 6.000 carnicerías donde se vende  la muy apreciada carne de caballo. En España no tantas pero todavía quedan muchas. En mi juventud habían a montones, al menos en la zona de Levante. Muchas comunidades africanas, árabes, asiáticas sobre todo, comen insectos, una dieta extraordinariamente proteica. Algunos sangre de buey, otros como los Hindis respetan a las vacas, y por grandes razones, otros no comen cerdo como los judíos y mahometanos, algunos son estrictamente vegetarianos, como si los vegetales no fueran seres vivos, y algunos….si, algunos comen perros. Los perros, para las sociedades asiáticas o para casi ninguna salvo la occidental, nunca han sido ni son miembros de la “familia”. La vehemencia en pedir y conseguir que los chinos en su inmensa mayoría o los coreanos o cualquiera otro asiático tengan perros de compañía tiene un futuro incierto. Además, como no lo son,los pocos que tienen los tienen muy abandonados y crean y traspasan enfermedades. Si Leyeran lo que estoy leyendo les daba un Yuyo a más de uno. “Comer perros es bueno para la salud”. Publicado en la prensa esta semana en un medio de difusión de toda Asia. Poniéndonos del lado de las mujeres, las que siempre pierden en estos casos, por ejemplo, en economías como la Americana, parte del Norte (México), centro y parte del sur, la mujer lleva el peso del trabajo, como en las rifeñas o norteafricanas, magrebíes, y muchas asiáticas como las del sudeste no Islámico. Son las que alimentan a la familia y tienen cuidado de ella. Ya que los hombres en general unos pocos son los que salen espabilados y dirigen el cotarro y el resto viven a costa de sus esforzadas mujeres. Ellas lo asumen sin gran dolor, y admiten que sus maridos la inmensa  mayoría de las veces no las cuidan y deben de recurrir a la familia, a quienes también sostienen cuando son mayores entre los hermanos. Pero con la enorme diferencia de que pueden abandonar a sus maridos, pueden irse, divorciarse o viajar a trabajar a donde sea sin que nadie, ni ninguna ley humana o divina las tenga esclavizadas. El problema es que, los mandatarios y los gobernantes, las han convencido que ellas no tienen cerebro. Que solo saben efectuar un trabajo a la vez, que perfeccionan hasta límites insospechados, pero que abrir la mente a “grandes” logros es imposible para ellas. Lo aceptan y trabajan hasta que se desloman las pobrecitas, pero con alegría e ilusión en que algo cambie en su día. Y alguna lo consigue, vaya que si, cada vez mas hay más ejemplos y eso es una sociedad en progreso. Nadie les prohíbe que progresen. La sociedad islámica es parecida en lo de trabajar algunas mujeres, pero distinta en la concepción. Siempre me sobrecogió el porqué la mujer islámica aceptaba de buen grado el Islam menor, es decir la que no sufría las atrocidades de ciertas prácticas aberrantes de lo que llaman cultura.  Pues créanme que ellas aceptan, y de buen grado la mayoría, la ausencia de responsabilidad, la dejación en la toma de decisiones y el “castigo” que pueda conllevar alguna acción, a cambio de que  las mantengan, las alimenten, le den algún capricho y puedan vivir de la manera que creen es la mejor para ellas. Algunas mujeres occidentales, y yo conozco a varias, se han convertido al Islam, y algunas lo prefieren, ya que es como recordamos los que hacíamos la “mili”. Te levantabas a toque de trompeta y a otro te acostabas, ordenes, reglamento, trabajos, tareas, ocio, deporte, premios y castigos. Nunca dormí mejor ni más a gusto en mi vida, ni lo volveré a hacer con seguridad. En el colegio o en las pandillas para no quedarte desplazado, tenias que aceptar hacer cosas a veces que no eran correctas, pero si no fumabas no eres de la panda, por poner un ejemplo light. Pues aquí igual. Si no aceptas te quedas soltera y entonces a ver cómo o quien te mantiene en un mundo de hombres. Y esto es llevado a extremos como la ablación aberrante. Los judíos con la circuncisión y hasta Gandhi, que lo que no le gustaba de los ingleses no era tanto la ocupación, que la veía positiva. Al fin y al cabo los libraron de los Maharajás, les construyeron trenes, que a Gandhi le gustaban mucho, los  puentes, canalizaron agua  y ordenaron las ciudades organizando la producción de bienes. Y hasta el Te les organizaron. El mayor negocio del mundo. Pues sí, curioso pero cierto, a Gandhi le cabreaban los hospitales ingleses, los médicos y sobre todo las enfermeras que se empeñaban en salvar de su proceso natural a la reencarnación a niños, ancianos, enfermos y pobres desvalidos.
Que vida amigos, cada cual tiene lo que quiere, y cuando deja de quererlo, se lo sacude de encima, de una manera o de otra. No impongamos nuestra cultura a nadie. Alejandro magno topo con este problema cuando desde la “democrática” Macedonia accedió a los tronos asiáticos donde no había compañeros iguales sino súbditos. Y es que algunos solo saben que serlo, y les gusta vivir de la subvención del Gobierno de turno que a cambio de robarles las libertades los alimenta, mal, como a los pollos de corral, pero los mantienen vivos y con festejos varios. Y si así algunos pueblos quieren ser, pues así será hasta que la mayoría quiera terminar con esto. No se disgusten, solo adáptense, o luchen de verdad.    A reflexionar

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