PUNTO CERO

TEORIA  del Punto Cero

L. Soriano



La Teoría de las Probabilidades, Azar y Riesgo, incluye una visión amplia del llamado Juego Injusto. Es aquel donde jugando dos jugadores, el primero siempre gana y el segundo por tanto siempre pierde.  El juego se perpetúa, mientras el que pierde quiera jugar, y es válido porque al Jugar, lo legitima pues lo acepta.

¿Les suena? Así nos sentimos muchos y muchas veces. No tenemos posibilidad de ganar, y “ellos” siempre ganan y nosotros siempre jugamos, con lo que les legitimamos el juego.

La Teoría del punto cero, trata de poner en su sitio algunas cosas, y es utilizada tanto en Política como en Negocios, pero sobre todo en el “Arte de Negociar”. El famoso conferenciante Chester Karras, líder en Eneatipos, afirma que Negociar es un modo de vida y que somos, o más bien obtenemos, lo que negociamos.

Pues bien, el principio es establecer la estrategia, lo que se quiere obtener o conseguir, objetivos óptimos o minimizar pérdidas. A continuación la Diplomacia se esgrime y actúa, utilizando los distintos protocolos en cada caso y obviando  la diferencia pequeña o abismal que haya entre los interlocutores.

 No es lo mismo tratar con un Pragmático Sajón Calvinista, práctico y nada retórico, que con un asiático refinado al que le cuesta hasta llegar al tema, sin un largo recorrido por Lirios y almendros, bordeados por sentimientos hacia la salud y las familias.

Una vez establecidos los lenguajes y homologadas las señales, entra en liza el Gran Negociador. Jamás y nunca decir no es la máxima inamovible.

Cuando un trato, acuerdo o contrato se vence, se rompe, o simplemente se denuncia por una de las partes, lo normal es que la parte que se presenta como la más débil, aunque no necesariamente lo sea, pretenda avanzar hacia cotas superiores de demandas, privilegios o concesiones, justas o no. Es entonces, cuando un avispado negociador, debe de introducir la Teoría del Punto Cero. Ni más ni menos que volver al punto de partida desde donde se empezó a negociar, en un principio, a veces en la tórrida o gélida noche de los tiempos. Volver a  la casilla de salida. De esta manera, habrá cosas, que han sido erróneas quizás, que se puedan anular, otras que se puedan retroceder o aminorar, y nuevas que se puedan aportar a la luz de las nuevas cambiantes situaciones.

Es una teoría que se debería implantar en política. No nos Olvidemos que la Carta Magna es el contrato social por excelencia entre los ciudadanos y “El Príncipe”. Si de verdad se quiere cambiar, y si de verdad se debe de cambiar, debemos partir desde el principio y renegociar todo otra vez. Mantener lo que suma, suprimir lo que resta y renegociar hasta el agua de beber y hasta que duela. Y eso es porque muchos de los acuerdos, algunos dolorosos, se cimentaban en otras cesiones igualmente onerosas que las compensaban. Mal menor.

Si hay que renegociar desde Estatutos de Autonomía, Federaciones, Asociaciones o incluso Soberanías, hasta acuerdos económicos puntuales, la verdadera solución será la que parta del punto donde  nada se tenía en donde nada había, sólo la voluntad firme de llegar a acuerdos justos. Pretender contemplar el “avanzar” sólo como sinónimo de conseguir, sin nada a ceder, es una pésima  negociación, y el responsable de la misma, que nos deja como Nación de Comunidades, solidarias, subsidiarias unidas por una lengua común y patrimonio cultural compartido,  a los pies de los caballos de los que puedan querer nuestra destrucción, o simplemente mantenernos en la posición de cedentes, con el único y perverso fin de satisfacer su personal vanidad, será reo de Lesa Patria.

Tomémoslo muy en serio, nos va en ello el diseño de nuestro futuro más próximo.

A reflexionar.


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